12 oct 2010

Fragmento indecible

                                                                                Dedicado a D.S.
Lo indecible se trascribe en piel,

lo indecible dos palabras, dos.

¿Dirán en exceso en las noches?

En las noches,en silencio: gritan.


Envueltos los cuerpos estaban,

envueltos cubriendo palabras.

Exclaman los ombligos, gimen,

lo indecible de tu noche, la mía.


Laberinto simétrico sin salida,

laberinto infinito y finito;

allí donde las palabras huyen,

allí donde las palabras callan.



Lo indecible de las noches,

se transcribe en dos palabras...

Días inesperados

                                                                               Dedicado a D.S.
Los días inesperados han traído:

grises y heladas mañanas porteñas,

hojas secas en hojas perdidas;

notas de melodías a nuestros oídos.

El invierno con su hálito persigue, 

a dos cuerpos en la noche sollozando.

Tu piel, con mis gélidas manos clamando,

al invierno por las mañanas inhibe.

Los días inesperados nos han dejado,

al vacío oscuro en pocillos frágiles;

y con tenues noches en fragmentos,

los días inesperados nos convocaron.

1 ago 2010

Dentro del Espejo

                                                                          Dedicado a D.S.
Acuoso inframundo sensorial

De portales de tela de araña

De suelos en sueños caminados

De techos sin fin, te desenredas.

Extraña invitación vítrea, envenenas,

extraña en la noche fría obnubilante,

encegueces como las notas del flautista,

seduces e invitas al mundo del revés.

Descendiendo y ascendiendo al limbo,

Ascendiendo y descendiendo al averno.

Muro traslúcido, unes y fragmentas:

Eros y Tánatos, intrincándose en un haz.

En el cenit del encuentro, brillo auroral,

Un rayo húmedo y radial que refracta;

Rosetón difuminando dentro sangre,

Arco iris en lo recóndito del espectro.

Las palabras callan ante el atrio divino,

Las palabras caen dentro del espejo radial,

Desvanecidas en cálidas letras mueren,

Las letras se encarnan en su piel, una vez más.

16 jun 2010

¿Condenados a desear?



                                                                                    Dedicado a D.S.

El azar escapando a las reglas

En el caos infinito nocturno,

Las palabras convocadas se interceptan,

Se tocan, se funden, amalgaman…


Destrucción fragmentándose en caricias,

Esfumándose en incalculables besos taciturnos.

Difuminada en el extraño encuentro con aquel,

Con su cálida mirada, sus labios, su piel, sus manos.


Escapando del  encuentro: encuentran.

Escapando entre sus cuerpos, una sentencia;

Un veredicto inexorable los persigue…

Huyendo sólo se condenan a desear.

21 feb 2010

Coartada final





"...no siempre la verdad es el mejor puerto
 para nuestras incertidumbres..."






Huyendo, corriendo, saltando, volando,
Rúbeo infierno: ¡Retornas, retornas!
Infierno temido ante tí sólo el silencio,
ante tí sólo el silencio, sólo el de mis ojos.

Ante lo inoxorable, ante la casualidad,
ante la esfige, ante la ruleta y los dados,
mi piel muere, calla, solloza absorta,
no responderé ni aun ante la muerte.

Un "jaque" eterno en tu tablero,
casilleros infinitos anulando el tiempo,
de arena, de hojas, de vidrio mortal;
un jaque perfecto, un jaque perdido.

Entre barrotes disueltos de deseo,
Debo al destino, debo a la suerte,
debo silenciar a mi cuerpo eterno,
cuerpo perpetuo de turbios suspiros.

A la distancia, al olvido...
verdad tornándose flagrante...
ante tí, sólo el silencio...

20 feb 2010

Flashback



¡Las 2 am! ¡No puede ser cierto! ¡El mismo tedioso insomnio de cada noche!-Aunque girara una y otra vez entre mis sábanas; aunque el cansancio agotara todos mis sentidos; aunque el dolor desbordara mis límites, no podía perpetuar mi sueño más allá de unos escasos minutos.

Los párpados me pesaban. A pesar de que mi cuerpo apesadumbrado e inmóvil parecía descansar, mi cabeza no se detenía. Ella dormía a mi lado profundamente. Su cabeza se apoyaba cálidamente sobre mi almohada. Cuando duerme, su rostro lleva impresa esa bella y vaga expresión de placer que tienen quienes no corren de las agujas del reloj. La había podido observar en todas las fases de su sueño durante largos meses. Mi cabeza estallaba. Comencé a recordar lo inútil que me sentía ¿Adónde había quedado la vigorosidad que me impulsaba a luchar cuando era joven? ¿Adónde el bohemio poeta aventurero? No es que ahora sea viejo, pero sí, tal vez me siento así, como un joven viejo. Un joven viejo atrapado por la rutina urbana: el trabajo, el trabajo, el trabajo, el trabajo…y más trabajo; muchos papeles, horarios, reuniones…y ella: X. Ella me había vislumbrado por su belleza desde la primera vez que la conocí, pero transcurrió mucho tiempo hasta que nuestras vidas se enlazaron. Esa es una historia aburrida de enredos y desenredos ¿El final del cuentito felíz?: nos casamos y tuvimos una hermosa niña: XX.

Xx bailaba una vieja canción que pasaban en ese momento en la radio: Strawberry fields forever. Giraba sonriendo sobre la mesa. Mis latidos se arrojaban a un abismo. ¡Las 8 am! Era domingo. Un atípico domingo cálido y primaveral de junio. Ella corrió con la torpeza de su edad hacia el auto. Llevaba un vestido negro. El viento jugaba con su cabello ondulado.

No podía entenderlo: Strawberry fields forever, sonaba en el estéreo del auto y ella bailaba con una copa en su mano ¡Strawberry espumante! Giraba y giraba. Su vestido oscuro se levantaba con el viento. Dirigió su copa hacia mí y noté que también tenía una copa en mi mano. Brindamos. Me preguntaba por qué estábamos brindando en junio. Su mirada volatilizaba mis preguntas. Llevaba en sus hombros mi saco. Los débiles rayos del sol se reflejaban en sus ojos. Parecía molestarse por ello. Los años parecían haberse detenido en su cuerpo, en su rostro, en su encanto. Era extraño. No lo recordaba ¿Adónde estábamos?

Nos rodeaban enormes hectáreas de soledad y pura naturaleza: Árboles, árboles, más arboles...sólo reconocía mi automóvil. ¡Mi automóvil! ¡Ella estaba bailando sobre mi automóvil! Podía sentir como el cristal se quebraba, como se quebraba y la tierra bebía su dulce y espumante sangre. Intenté bajarla, pero no se detenía. Mis ventrículos se contraían con ahínco. Entonces yo bailaba junto a ella. Arrojó su copa vacía.

Su cuerpo rozaba cálidamente el mío. Su cuerpo sollozaba. Su vestido se deslizaba sobre el capó del auto, acobijaba a las hojas secas. Nuestro sudor y las gotas de lluvia se confundían. Nuestro clamor y el grito de las nubes. Strawberry en sus labios. Strawberry en los míos ¡Scrach! Strawberry sanguíneo en los vidrios fragmentados en el camino.

XX giraba y giraba. Los endebles rayos solares penetraban sus pupilas, difractaban su iris. Su vestido sombrío absorbía la luminosidad de esa mañana. Sonreía y sus ojos titubeaban recuerdos. Sonreía y Strawberry fields forever, sonaba en el estéreo del auto.